Juan David was born in Bogotá, Colombia. He earned a doctorate degree in comparative literature from the University of South Carolina. His work has appeared in Máquina Combinatoria, Fall Lines, Five 2 One, the Dead Mule School of Southern Literature, Jasper Magazine, Blue Collar Review, Burningword, Escarabeo, and elsewhere. He published a collection of short stories titled Dream a Little Dream of Me: cuentos siniestros (2011) and the short novel La noche del fin del mundo (2012). His first collection of poetry, Léase después de mi muerte (Poemas 2005-2017), was published in 2018. He currently lives in Bogotá, Colombia.
Bogotá: June 24 / 2020 In loving memory of my grandmother, Cecilia Suárez I am doing alright. It’s June 2020, and I am doing alright. At least half a million people have died from the damned virus. But I’m doing alright. My grandma died of old age while we were all quarantined. I was not allowed to go see her. We weren’t allowed to bury her body. That was more than two months ago. It was all very sad, naturally. But now I think I’m doing alright. Sometimes I cannot sleep at all. Sometimes I cannot get out of bed. Sometimes I see a man standing at the corner. He doesn’t talk to anybody. He just stands there for hours and hours. He carries a black backpack with a red rag tied to one of its straps. Red rags stand for hunger. They are a call for help. Sometimes a band comes and plays a few songs. I wonder if people actually throw them some money. In the city’s poorest neighborhoods red rags hang from the windows, like lazy flames. Hunger is catching like a wildfire. I sometimes hear voices outside. Men and women screaming on the streets, asking for food or money. Most of them are Venezuelan immigrants. I was an immigrant once; I see myself in them. But I’m doing alright, and they are not. All these things are breaking my heart. But everyone tells me I should be grateful. Everyone tells me I’m doing alright. However, I wonder where we will bury grandma’s ashes when all this is over. But it will never be really over. Because nothing ever ends. And we will always be waiting for the next big death wave, as we dig shallow graves for those who didn’t make it.
Bogotá: junio 24, 2020 A la memoria de mi abuela Cecilia Suárez, con amor. Estoy bien. Es junio 24 de 2020, y yo estoy bien. Al menos medio millón de personas han muerto a causa de este maldito virus, pero yo estoy bien. Mi abuela murió por causas naturales mientras todos estábamos en cuarentena. No me estaba permitido ir a verla, sólo la habría puesto en peligro. Fue todo muy triste, por supuesto. Pero creo que, por ahora, estoy bien. A veces no puedo dormir, a veces no puedo levantarme de la cama. A veces veo a un hombre parado en la esquina. Se queda ahí, inmóvil, por horas y horas. Lleva siempre una mochila negra. En una ocasión creí ver un trapo rojo colgado de su morral. Un trapo rojo es un llamado de auxilio. A veces, una banda viene al barrio, tocan unas cuantas canciones y se van. Me pregunto si alguien en el edificio les lanza de vez en cuando algo de dinero. En los barrios más pobres de la ciudad, trapos rojos cuelgan de las ventanas como llamas pesadas y perezosas. El hambre se esparce como un incendio. A veces oigo la voz de hombres y mujeres que gritan en las calles. Piden comida, ropa o dinero. La mayoría son inmigrantes venezolanos. Yo fui un inmigrante alguna vez; en ellos, me veo a mí mismo. Pero yo estoy bien y ellos no. Todo esto me rompe el corazón, pero todos me dicen que sea agradecido, todos me dicen que estoy bien. Sin embargo, me pregunto dónde enterraremos las cenizas de mi abuela cuando todo esto termine. Pero esto no terminará nunca, porque nada termina realmente. Y siempre estaremos esperando una nueva oleada de soledad y muerte mientras cavamos tumbas poco profundas para todos los que dejamos atrás.
A New Kind of Loneliness
I’ve experienced loneliness
in many of its forms,
I know the shape of its hands
and the cold wind of its breath.
I know that it hurts,
I know that it heals,
I know
that there is no escape.
I know that loneliness is at the core
of the so-called human condition.
I know the speed of loneliness,
I know the color of loneliness;
I came to memorize
the sound of its whispers,
like Borges did before me.
But this is a kind of loneliness
that I did not know at all.
Your eyes, so close,
your voice, so clear,
your skin…
so far away
from my touch.
Your lips,
thick and slow,
uttering words of affection
that cannot save me.
You,
at the other side
of that cold screen.
Like a fish,
staring through the glass
of a fishbowl,
quietly and pointlessly.
This is a loneliness
that I did not know.
Tired fingers on the keyboard,
the sound of static
in my headphones;
this is so very new to me…
How strange,
how very strange
is this new kind of loneliness.
Una nueva forma de estar solo
He experimentado la soledad
en muchas de sus formas,
conozco las facciones de su rostro,
conozco el viento frío de su aliento.
Sé que puede doler,
sé que puede curar,
sé bien
que no hay salida.
Sé que la soledad está en el centro
de la condición humana;
conozco su velocidad,
conozco su color,
he memorizado sus sonidos
como lo hizo Borges,
como lo hizo mi tío Héctor
muchos años atrás.
Pero esta es una soledad
que yo no conocía:
tus ojos, tan cerca,
tu voz, tan clara,
tu piel…
tan lejos.
Tus labios,
lentos y gruesos,
susurrando palabras de afecto
que no pueden salvarme.
Tú,
al otro lado de esa pantalla fría.
Y yo me siento como un pez,
viéndote a través del vidrio de una pecera.
Silencioso.
Carente de propósito.
Este es un tipo de soledad
que yo no conocía.
Lágrimas en el teclado,
el sonido de la estática en mis audífonos;
esto es nuevo para mí.
Qué extraña es
esta nueva forma
que ha asumido mi soledad
Perfectly Dark A cup of coffee in the morning, antidepressants after breakfast. Another cup of coffee in the afternoon, always before five. These are the things I need to make it through the day, every day. At night, a small meal, nothing too heavy. Before going to bed, two sleeping pills and a bit of water. These are the things I need to make it through the night, every night. And still, sometimes I cannot sleep, unless the whole world is submerged in shadows, and my own mind is perfectly dark. Perfecta oscuridad Una taza de café en la mañana, antidepresivos después del desayuno. Otra taza de café después del almuerzo. Estas son las cosas que necesito para sobrevivir al día, todos los días. Una comida liviana en la noche, un par de pastillas para dormir y un poco de agua antes de acostarme. Estas son las cosas que necesito en la noche, todas las noches. Y, aun así, a veces no puedo conciliar el sueño a menos de que el mundo entero esté sumergido en espesas tinieblas, y en mi mente no haya más que una perfecta oscuridad.
Motivational Videos Life is like a marathon, I suppose. We’re supposed to run until we can’t go on. Have you see those motivational videos on the internet? Videos about people running in a marathon. Sometimes they fall, but they don’t give up. They roll and they crawl. It is all very motivational, as long as they don’t shit their shorts, of course. Sometimes these videos take an unexpected turn: a good Samaritan helps the fallen athlete. This is beautiful gesture, a great gesture of selfless compassion. These videos sure are motivational. We have all felt like those fallen athletes sometimes. Crawling like mutilated dogs, sweating on the floor, trying to finish the race. Sometimes, a good Samaritan gives us a hand. We must learn to be thankful. But please, the next time I fall just let me be. I’d rather sleep on the pavement for a night or two. I will not crawl like a moron. I think I still have a drop of self-respect. I don’t believe in finishing the race. If you see me there, sweating on the floor, don’t grab me by my shirt and lift me up, don’t drag me to the finish line, because I’ll only slow you down, and truth be told I never really cared about this race. You see? I never cared to begin with. I don’t want to be part of the show. People can find inspiration elsewhere. So, the next time you see me on the ground, if you really want to help me, just stop for a minute or two. I’ll shake your hand, we will have a polite conversation, and I’ll ask you to call me a taxi. Videos motivacionales Esta vida es como una maratón, y se supone que debemos correr hasta que ya no podamos seguir más. ¿Han visto esos videos en Internet de atletas corriendo en una maratón? A veces, uno de los deportistas cae derrotado y no puede seguir. Pero el verdadero guerrero nunca se rinde. Él se arrastra hasta la meta. Todo esto es siempre muy motivacional, si el pobre no se caga en el camino. A veces estos videos toman un giro inesperado: un buen samaritano le da una mano al atleta caído. Es un gesto desinteresado de juego limpio y compasión. Hermoso. Es un espectáculo conmovedor. Todos nos hemos sentido como esos atletas caídos alguna vez. Arrastrándonos por el suelo como perros mutilados, sudando sobre el pavimento caliente. Tratando, a toda costa, de terminar esa maldita carrera. A veces, un buen samaritano se detiene a ayudar. Aprendemos a ser agradecidos. Pero, por favor, la próxima vez que caiga sólo déjenme tranquilo. No me molesta dormir en el suelo por una o dos noches. No me arrastraré como un idiota. Aún conservo una gota de amor propio. Además, yo no creo en terminar la carrera. Si me encuentran sudando en el suelo, no me agarren de la camiseta para levantarme, y no me arrastren hasta la meta. Los retrasaría. Y, la verdad sea dicha, la carrera no me importa. Nunca me ha importado. No quiero hacer parte del espectáculo, la gente puede encontrar inspiración en cualquier otra parte. Yo me rindo. Por eso, si un día me encuentra tirado en el suelo, y en verdad quiere ayudarme, sólo deténganse por un minuto o dos. Deme la mano y charlemos. Pero, por lo que más quiera en el mundo, hágame el favor de llamarme un taxi.
Juan David Cruz-Duarte
Bogotá – Colombia
during Covid -19